Flores,
J. (2010). Trabajo de campo etnográfico y gestión emocional: notas
epistemológicas y metodológicas. Ankulegi [En línea], Nº 14. Recuperado
de https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/3679476.pdf
En el siguiente trabajo se trata
de poner en discusión la inclusión de las emociones y sentimientos en la metodología
de investigación, poniendo sobre la “mesa” la importancia de estos en la creación
de una investigación de buena calidad. Se propone dejar de lado el característico
observador indiferente, objetivo y
neutro. Un punto como este, ha sido trabajado en el curso de mi investigación,
no exento de ciertas dificultades, puesto que, metodológicamente no
acostumbramos (en otros cursos) a expresar lo que sentimos, siendo más aún,
usualmente escribimos en nuestros trabajos de investigación en tercera persona,
desligándonos así de nuestra subjetividad para pretender tener una rigurosidad científica,
por el contrario, ha sido un esfuerzo permanente durante esta investigación
escribir en primera persona, esta vez desde mis apreciaciones, situándome desde
mí, por ende, de manera subjetiva e incluso tratando de escribir en cada
ejercicio o apunte de mi bitácora de investigación (blog) acerca de mi sentir,
mis emociones y sentimientos. De esta forma, nos relata algo que hemos ido trabajando
paulatinamente en esta investigación, que es la expresión
de mi sentir en este proceso investigativo, la puesta en escena de mis
emociones y sentimientos, en parte gracias al apoyo, sugerencias y feedback hechos por el profesor, las colaboradoras y ayudante. Por todo lo anteriormente dicho, es que creo que en
parte me he hecho cargo, en justa medida de mis capacidades, de la propuesta
realizada por Flores en su artículo sobre las emociones y sentimientos en la
investigación social.
Flores, en este artículo realiza
una reflexión respecto de las emociones en el campo etnográfico y como estas lo
componen y contaminan. De esta forma,
las emociones serán tomadas en cuenta como variable en el proceso de conocimiento.
Él antropólogo se centrará en las emociones culturalmente pauteadas. Será bajo
este mismo alero que para los antropólogos, las emociones son relaciones sociales –fusionadas con
significados culturales-, procesos más que “estados” (p. 12).
En primer
lugar, el autor parte hablándonos de la distancia que ha existido entre la
ciencia y las emociones ocultándolas o invisibilizandolas, construyendo una
falsa oposición entre la razón y la emoción.
Se prosigue
con una breve revisión bibliográfica de las emociones en diferentes obras, se
dice que han estado inmersas en varios trabajos pero no mencionadas directamente,
como es el caso de la sociología de Durkheim. Las emociones y sentimientos son
tratados de manera más profunda o directa en el trabajo de Hochschild,
desarrollando conceptos como trabajo o
gestión emocional, sumado a los esfuerzos Turner y Stets. También se
destaca el trabajo de Eva Illouz en Intimidades
congeladas. Las emociones en el capitalismo (2007), donde se menciona que
el capitalismo se hizo junto a la construcción de una cultura emocional, se
habla de capitalismo emocional que
compone una forma de amar y trabajar, una forma de sentir determinada por este
capitalismo, generando así un nuevo
estilo emocional. Por otro lado, Le Breton con la antropología del cuerpo,
explora desde una perspectiva transcultural los modos de construcción
sociocultural de las emociones, creando el concepto de cultura afectiva que sería la serie de emociones y sentimiento que
desarrolla en su vida los seres humanos, además resulta ser un medio por el
cual el sujeto le otorga sentido a las circunstancias o situaciones que lo
afectan, así se verá a la cultura efectiva
como actividad del conocimiento.
Se observa
que desde la antropología, los sentimientos y las emociones siempre han estado
presentes en los estudios, pero rara vez han constituido un objeto de estudio
como tal, quedando guardado los apuntes sobre las emociones y sentimientos en los cuadernos de campo. Será
Catherine Lutz y G.M. White en 1986 quienes darán pie a la antropología de las
emociones de forma concisa y directa en el artículo The Antropology of Emotions, donde se formula un marco comparativo
para el estudio de las emociones, esta vez, las emociones tienen un carácter protagónico.
Respecto del trabajo emocional en el campo, se menciona en primer lugar que desde
la escuela se les enseña a los antropólogos a no contaminar con las emociones
el trabajo, aun así, lo que más importa es la falta de entrenamiento para
tratar con las emociones, de esta forma, se dejando de lado las emociones, quitándoles
toda la importancia o asumiendo que se es capaz de manejarlas de forma
adecuada, o como si estuviéramos
entrenados y programado para convertir emociones, sensaciones y los
sentimientos que conforman nuestras experiencias y los “materiales” de campo,
en ideas, conceptos y teorías (p. 16). Ante lo anterior, el autor nos dirá
que es necesario incorporar las emociones en el proceso de investigación, por
ende, en las discusiones metodológicas, de ser así, se contribuiría en generar
investigación de la más alta calidad.
Se reconoce
la dificultad de armar una metodología y epistemología capaz de dar cuenta de
las emociones en la investigación, de tal forma que el autor propone retomar
algunos puntos trabajados por Dilthey. En primer lugar aproximarse a las emociones
como pensamientos encarnados lo que
nos conectaría directamente con el proceso de aprendizaje y el descubrimiento
de los otros. En segundo lugar, realizar una crítica al objetivismo; en tercer
lugar, de manera extrema pensar que sólo
haremos una interpretación de lo que los protagonista dicen. Ahora se
continúa el análisis desde las notas epistemológicas
que también se deben tener en cuenta, proseguimos en cuarto lugar, la
conveniencia de tomar en cuenta las relaciones sociales y no sólo a los actores
sociales; y por último en quinto lugar, se deben ver los sentimiento y emociones
como dato en sí mismo.
Posteriormente,
en el apartado Trabajo de campo y gestión emocional en mi investigación en
Veracruz, nos relata de alguna forma sus emociones y sentimientos
expresados en su trabajo etnográfico en Veracruz, donde el hecho más
trascendental es un saludo de manos, extraño, donde su receptor le menciona, después,
que él estaba cargado de energía y lo que sintieron fue la energía, a lo cual
el autor describe como una experiencia “chocante”, de alguna forma la situación
era tal que mediante un apretón de manos se transmitieron energías. En esta
investigación el autor presencia y escucha el relato de varios tipos de
agresiones, violaciones y explotaciones, lo cual lo hace comprometerse emocionalmente
como investigador y obtener como respuesta la apertura de sus interlocutoras e
interlocutores a sus experiencias traumáticas de violencia, es en este punto
que el autor plantea una paradoja, pues esta práctica se aleja de las
recomendaciones metodológicas sobre la interacción con el campo, de cómo
nuestra posición puede influir las relaciones sociales con los informantes, o a
su vez, lo interpreta como una apertura
de una vía expresiva de ese trauma –cultural- y sufrimiento social (…) (p.
21).
A modo de
cierre, el autor nos menciona que su implicación emocional le ayudó a conocer y reflexionar mejor acerca de
algunas de las fuerzas en la constitución social y cultural de esta cultura
urbana (…) (p. 21). De tal forma, se plantea transformar el método, de tal
forma logre captar las emociones y sentimiento en la investigación, dejando de
lado al observador indiferente.
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