El año 2010 fue un año de fuertes movimientos, no sólo porque el 27 de
febrero se registró un terremoto 8,8 en la escala de Richter, sino porque por
primera vez en mi vida me cambiaría de casa y ciudad. El destino era San Carlos
de Ancud en Chiloé, atrás quedaba mi infancia como santiaguino, la casa
familiar y el “nido lleno”. Ancud era un lugar conocido, pues ya había hecho
amigos, debido a que unos años antes mí hermano Pablo se había ido a vivir al
mismo lugar. En el año 2008 fundó un grupo scout llamado en ese entonces San
Andrés. Los jóvenes que conocía eran todos del grupo (scout) pues yo había
participado de muchas de sus actividades en mis periodos de vacaciones en
Ancud. Pues hasta ese momento, esta ciudad no representaba nada más que un
lugar lindo para ir de vacaciones.
Una vez que llegue, el temporal se desató
durante al menos un año. La naturaleza era hostil, llovía durante meses
enteros, la temperatura no subía ni bajaba, se mantenía en los mismos fríos
grados y el fuego no existía, pues aún no sabíamos hacer funcionar la “bosca”
ni la “cocina”, la ciudad era tan pequeña que donde saliera me encontraba con
alguien conocido. No sólo el clima había cambiado, sino, que los olores
también, siempre había olor a pasto mojado, humedad y leña, lo que era muy
distinto al olor a cemento y químicos de Santiago.
Mi gran refugio frente a eso
que en aquellos momentos era detestable y que después fue un agrado, era scout,
pues en cuanto llegué mi hermano me ofreció ser parte de su grupo, lo que por
supuesto acepte, ya que, sabía era algo que me gustaba y ahora se me ofrecía
nuevamente la oportunidad. Desde ese primer momento y siempre, esperaba con
ansias los días sábados. Ancud, entonces, se transformó en la ventana a una nueva
posibilidad. Por supuesto, integrarme fue mi mejor decisión, ya que, scout fue
el ambiente donde mejor me he desarrollado como persona, donde más he aprendido
sobre mis relaciones con el resto de personas, sobre el servicio, valores y un constante
intento en mejorar todas mis capacidades tanto en la vida social como en
oficios.
Sin duda, uno de los hecho que cambió mi perspectiva, en un principio
negativo sobre Ancud, fue scout y, también, la oportunidad que me ofreció el
escultismo de conocer los alrededores de Ancud y la naturaleza existente en la
isla, ese fue uno de los puntos cruciales para encontrarme nuevamente con la lluvia
interminable, el frío, el olor a pasto mojado, la humedad, la leña y ahora el olor
a bosque. En scout he vivido mis mejores experiencias en mi vida, desde un
punto de vista social, natural, relacional, espiritual y desde el desarrollo de
mis capacidades, todas estas experiencias en el marco de Ancud, la lluvia y el
bosque, de ahí en adelante podía reír bajo las gotas de agua que no habían
dejado de caer desde hace meses, ahora la sensación de la lluvia bajo la carpa
abrigado con un saco de dormir fue y es de las mejores que he tenido, la sensación
de estar bajo la fuerza de los fuertes temporales era adrenalinicamente espiritual,
ya que, siempre impresionaba la fuerza de la naturaleza, fuerza que más
adelante me motivaba a salir. En mis mejores momentos el hostil clima no
significaba más que un hecho el cual no impedía ninguna acción a realizar y
donde el fuego reunía toda clase de juntas.
El tiempo pasó y San Carlos se había transformado en una ciudad acogedora donde
había descubierto cosas nuevas como la naturaleza, el fuego, el calor, el mar y
los campos.
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