Hoy 30 de septiembre fue mi primera entrada al
campo. Desde la noche anterior pensaba lo que diría, cómo me presentaría, o qué
apuntes debía tomar, la verdad es que no sentí nervios, al menos no tantos, lo
que más sentí fue ansiedad por ponerme el pañolin.
Llegado el momento, salí de mi edificio a las
09:45 hrs, pensé que iba atrasado, puesto que mi destino era el campanil de la
Universidad de Concepción y, por lo general, cuando tengo clases y salgo a esa
hora siempre llego atrasado, pero las cosas este día se triangularon para que
la Rengo Lientur que me servía pasara en
cuanto llegue al paradero, por lo tanto, llegue a las 09:55 hrs al campanil, lugar
de encuentro de la reunión.
Era un día de lluvia y viento, por lo tanto había
que estar debajo de algún techo, ya sea en la parte de abajo del foro o en
aquel espacio que tiene la facultad de química al lado del foro, ahí el
ambiente es oscuro pero protegido de las inclemencias del clima. Será entre
estos dos lugares donde se desarrollará la reunión. Se encontraban ahí las
mismas mesas y sillas de siempre, el cajero automático funcionando y lo que más
me sorprendió el “ombligo” negocio clásico que hay debajo del foro, abierto.
En cuanto entro al foro me puse mi pañolin, el
cual era el signo para que mi contacto me reconociera y principalmente, porque
así me reconocería como uno de ellos, un scout. Enseguida me presente con el
primer grupo de personas con pañolin que vi; la respuesta fue muy cordial desde
el principio, ellos me llevaron donde otro dirigente, éste, a su vez, me dijo
que había conversado con mi contacto sobre mi asistencia, así que no había
problemas con que participara, tomara nota y algunas fotos. Posteriormente,
mantuve una conversación durante un rato con otro dirigente que se mostró
interesado por mi presencia, en esos momento le explique la investigación que
estaba realizando a lo cual él respondió con mucho interés, enseguida mire a
los chicos para ver qué estaban haciendo y lo primero que noto son cuerpos relajados puesto que cada uno se conoce y, además, pareciera que sienten
seguridad al estar con el resto de scouts.
Cuando llegó mi contacto la reunión empezó, los
muchachos se acercaron e hicieron sus gritos de patrullas, estos son gritos que
hacen todos los integrantes de una patrulla, por lo general respecto del animal
de su patrulla, el cual también da origen al nombre al grupo. En este
caso la tropa se llama Manuel Fincheira Vega y tiene tres patrullas: Búhos,
Pumas y Leones. En esos momentos me dan
el pase para que me presente frente a
los niños, quién era y qué estaba haciendo, no sentí una incomodidad mayor,
sentí seguridad, ya que muchas veces había estado al frente hablando. En esos
primeros momentos veo que los
cuerpos de los muchachos se mantienen en la formación, es decir, en un cuadrado o formación corchete a partir de
un dirigente, es ahí cuando llaman a la compañía (unidad de mujeres)
para que se integre a la formación, en cuanto llegan se da inicio al mismo
rito, los gritos de patrulla, esta vez los de la compañía y de unidad (tropa y
compañía), luego de lo cual, nuevamente me toca presentarme, esta vez para la
compañía y es en ese momento donde el jefe de la tropa scout dice “actúen con
normalidad”, refiriéndose al comportamiento que deberían tener frente a mí, a
lo cual las niñas responden con risas. Aquí mi observación se centra en los
scouts, principalmente porque es la unidad con la cual ya he trabajado pedagógicamente
y porque es la unidad donde más fácil acceso tengo, sobre todo pensando en
futuras entradas.
Noto que los guías de patrullas, que son los líderes
de cada grupo pequeño o patrulla que compone la tropa, en general son físicamente más grandes o al menos en edad.
Posterior a los gritos de patrulla llega el momento de la oración scout y es en
ese momento que percibo ciertas
particularidades en su comportamiento o actitudes corporales, esta vez los
cuerpos que se veían relajados en la formación adoptan una actitud reflexiva,
es decir, un cuerpo más rígido o firme, y por su puesto quieto, luego en cuanto
termina la oración se sueltan, su actitud corporal nuevamente se vuelve algo
más liviana y dispuesta a jugar. En todos esos momento yo me sitúo al
frente de los muchach@s, en la línea de la formación que la componen los
dirigentes, será ahí donde estaré siempre.
Con lo que continuó la reunión fueron las clásicas
danzas, que en un principio eran suaves, como si de alguna forma se fueran
preparando de a poco, escucho una canción similar a una de mi grupo scout en Ancud
y que también cante cuando era scout en Santiago, el ya esencial “florín” que pasó por aquí, que pasó por allá.
Los niños cantan y ríen sus cuerpos
demuestran tibiamente su energía, de a poco va agarrando ritmo y
los movimientos ya son más sincronizados;
Algunos cantan otros responden o repiten, luego hacen una serie de movimientos
particulares con las manos, a la derecha a la izquierda, arriba, abajo, gritos
y aplausos colmaron el lugar, ante la mirada de “turistas” que como siempre
pretenden tomar una foto. Veo las danzas
como un momento de expresión corporal, una experiencia de compartir
corporalmente la energía y alegría que se tiene al cantar. Llegado cierto
momento me toca a mí cantar una canción y salgo al centro con aquella canción
que más me gustaba, algo así como: “Ay! Ay!
Tengo la patita colorá, porque le he dado la vuelta al mundo, no tengo hambre,
yo soy muy rudo, caderitas (movimiento de caderas)” y ellos se encargan de
repetir lo que yo canto, me sentí tranquilo, en algún momento pensé que me pondría más nervioso, pero los ánimos superan todo y llevaba tanto tiempo sin ir a reunión que era algo que necesitaba. Terminada
las danzas, empiezan una serie de juegos, en primer lugar el juego de la “pelota”;
en el todos forman un circulo alrededor
del dirigente, quien les lanzará la pequeña pelota diciendo un elemento como
aire, tierra o agua, a lo cual, el que recibe la pelota debe responder antes de
tomar la pelota con un animal que corresponda, lo mismo al revés, pierdes si no
dices nada o si mencionas un animal o elemento demasiado tarde, lo primero que
pienso es que nunca había visto ese juego, lo siguiente es que pierdo muy
rápido, hacer dos cosas a la vez me complico mucho, noto que por lo general cuando los niños pierden se dan media vuelta o
se agachan, como si fuera signo físico de su derrota. Pero por sobre todas las
cosas, lo que más noto son las risas de los muchach@s. Luego de la “pelota”
viene el “splach”, nuevamente hacen un círculo
alrededor del dirigente quien los apunta con la mano diciendo “splach”, a lo
cual la persona apuntada debe responder agachándose y los compañeros de ambos extremos
darse vuelta para mirarse, apuntarse y decir “splach”, pierde el que lo hace
más lento. En este juego me tocó participar como jugador, ahí me sentí parte
del grupo, podía jugar tranquilamente porque me sentía uno más. El tercer juego
me ilumina, y logro sacarle algunas fotos, el juego es de “figuras matemáticas”
y consistía en que se formaban pequeños grupos, donde cada grupo deberá dar una
respuesta matemática a un enunciado dicho por un dirigente y, en seguida, hacer
con sus cuerpos en el piso la figura matemática que representa la respuesta,
gana el que lo hace más rápido. Aquí participe ayudando a un grupo a decir
cuando terminaran cada figura. Este
juego me muestra y me hace pensar
que mediante el trabajo de la corporalidad se
puede aprender trabajo en equipo, coordinación de equipo y de cuan útil es la
propuesta del escultismo de “aprender jugando”, donde mediante el cuerpo se
aprenden un sinfín de materias de manera lúdica, manteniendo atento y concentrado
al muchach@. Por último, el “gato y el rato” juego en el cual mediante una
formación compuesta por los beneficiarios (scout y guías) se posicionan uno al
lado del otro formando líneas de no más de 5 personas, cada línea delante de
otra línea, formando así una especie de cuadrado en el cual ellos estiran sus
manos para hacer contacto con la mano del compañero y se crean pasajes en el
cuadro, pasajes donde corre el ratón que será un chic@ y el gato que también será
un muchach@; al toque de silbato cambian la dirección
de sus brazos formando
nuevos pasajes, en este cuadrado donde corre el gato y el ratón, de tal forma
el gato alcance al ratón. Veo en todo
momento cuerpos en actividad, cuerpos corriendo, cuerpos riendo, cuerpos
disfrutando, concentrados de cada actividad y dispuestos a jugar. En estos
momentos siento que me he integrado bien al ambiente, creo no ser un elemento
muy extraño a ellos, ni incomodar, por ende ellos actúan con naturalidad.
Durante el transcurso de lo que llevaba de reunión, sobre todo de los juegos
que anteriormente mencione, vi como se animaban entre ellos, se alientan, se
aplauden, se acercan entre ellos, trabajan en equipo. A las 11:30 hrs, me
divierto y relajo, es algo tan familiar para mí que recuerdo todas las veces
que he hecho lo mismo.
A continuación, viene la última fase de la
reunión, en la cual se desarrollaron una serie de talleres a los cuales los
chic@s iban en pequeños grupos entre scout y guías. En estos talleres la actitud corporal cambia rotundamente, ya no
es una actitud de jugar, una actitud inquieta y preparada para enfrentar lo que
venga, ahora es una actitud reflexiva, dispuesta a aprender cuanto más posible.
En el primer taller que veo los beneficiarios se
posicionan en una línea al frente del dirigente, sin que hubiera mayor
instrucción de por medio. El taller consistía en postales que mostraba el
dirigente y de las cuales le contaba una historia, hacia algunas preguntas, por
su puesto, se habla de una enseñanza en cada historia. El segundo taller era de
creatividad, los niñ@s debían hacer una lista de usos del lápiz y luego del
pañolin, el fin era mostrarles que frente a las contrariedades de la vida o
problemas los scout deben resolverlos aplicando su imaginación y creatividad,
dando así la mejor respuesta posible; aquí todos nos sentamos alrededor del
dirigente entablando una ilustrativa conversación. El tercer taller era de
origami, realizaron una camisa y un zorro, ellos se sientan muy relajados en
unas mantas que había colocado la dirigente para una mayor comodidad, su
actitud es de total relajo y mi actitud es de observador, probablemente en los
cuatro talleres, ya que, en esta parte ya no participe sino más bien observe. Los cuerpos estaban impresionantemente,
dispuestos a aprender y hacer origami, todos realizan las actividades,
todos participan. Por último, el cuarto taller es sobre clave morse, aquí es
vital que la mente este concentrada y con toda la atención posible. Ellos
también se sientan frente al dirigente y escuchan la morse de un silbato, lo
que deben hacer es distinguir cada letra para descubrir el mensaje, en esta
parte me sorprendió que los muchach@s que vi manejaban bien la morse, podían
distinguir las letras y por sobre todas las cosas mantienen un cuerpo atento al
más mínimo detalle.
Los talleres, que duraban alrededor de 15 minutos,
terminan y la reunión llega a su fin, me sentí muy cómodo y a mi parecer la observación
fue un éxito, logre captar emociones y corporalidades, sobre todo
corporalidades dispuesta a aprender. Entrego mis agradecimientos y me voy con
la sensación de haber hecho o participado de aquella actividad que por sobre
todo mi conocimiento es la mejor. La reunión cierra con los gritos de patrulla:
¡Garra de águila, puño de acero, puma
siempre primero!; ¡Acecho, maleza,
león a la cabeza!; ¡Búho fuerte,
grande y poderoso, con su garra peligroso, sin temor a la tormenta, búhos
siempre alerta, victoriosos, vivaces, búhos siempre audaces, búhos siempre
listos!. Me devuelvo caminando, sintiendo la vitalidad que una actividad
así entrega, llego alrededor de las 14:00, para sentarme enseguida a escribir
mi observación.
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